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Cambises y Psamético - León Tolstoi

Imagen de Leon Tolstoi cuento Cambises y Psamético
León Tolstói (1828-1910): profundo pensador social y moral y uno de los más eminentes autores de narrativa realista de todos los tiempos. Entre sus libros más conocidos destacan Ana Karenina, Guerra y paz y La muerte de Iván Ilich.
El relato "Cambises y Psamético" fue tomado del libro Cuentos, Ed. Club Internacional del Libro.

Cambises y Psamético

(Historia verdadera)
Cuando Cambises, rey de Persia, conquistó a Egipto e hizo prisionero a Psamético el faraón, dio orden de que lo llevaran, junto con dos mil egipcios más y su propia hija, a la plaza pública. Hizo vestir de harapos a la hija de Psamético, así como a las hijas de los demás nobles, y las mandó por agua.
Al pasar las jóvenes, llorando, por donde sus padres se encontraban, éstos también echáronse a llorar. Únicamente Psamético, inclinada la cabeza, no hizo más que bajar los ojos.
Hizo luego Cambises que desfilaran los hijos de Psamético y los de otros egipcios, todos ellos amordazados, con la cuerda a la garganta, camino al suplicio.
Psamético, al verlos, comprendió que su hijo iba a morir.
Mas, como en presencia de su hija, mientras los demás lloraban, él se contuvo y bajó los ojos.
Enseguida, Psamético vio pasar ante sí a uno de sus antiguos compañeros rico, antes, pero que a la sazón mendigaba.
Al verlo Psamético, le llamó, golpeóse con desesperación la cabeza y derramó abundantes lágrimas.
Aquel dolor inesperado sorprendió a Cambises, que le mandó decir con sus enviados:
—Psamético, tu señor, Cambises, pregunta por qué cuando tu hija pasó a ser esclava y tu hijo fue conducido a la muerte no lloraste, mientras que la presencia de un pobre mendigo te ha conmovido.
Psamético respondió:
—Decid a Cambises que mi propia desgracia es tan grande, que no puedo deplorarla; pero que he tenido piedad de mi amigo porque, en su vejez, habiendo sido tan rico, ha caído en la miseria.
Creso, otro rey, también prisionero, estaba allí, y al escuchar las palabras de Psamético, su desgracia le pareció más grande y rompió en llanto.
Y todos los persas presentes se echaron a llorar. El mismo Cambises pareció conmoverse; mandó que fuera llevado el hijo de Psamético a su presencia, así como éste mismo; pero el hijo ya había sido ejecutado.
Llevóse, pues, a Psamético solo a la presencia de Cambises, quien le indultó.


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