Microcuento de Álvaro Yunque
Dos tigres hermanos, siendo cachorros, se trabaron en lucha por una presa. Uno de ellos sacó un ojo al otro. Pasó el tiempo. Años después se encontraron. Dijo el tigre heridor:
—¡Querido hermano!
Y corrió a abrazar al tuerto. Mas éste, receloso, contuvo su efusión.
—¡Querido hermano! —exclamó el otro—. ¿Aún me tenés rencor? ¡Yo estoy arrepentido de lo que hice! Es necesario que me perdones, que seamos amigos.
—Sí —respondió el tuerto—. Todo eso es muy bonito; pero soy yo a quien le falta un ojo. Yo quisiera ser tu amigo y perdonarte, pero cuando me acuerdo que me falta un ojo, me es imposible quererte.
—¡Estoy arrepentido! —gimió el otro.
—Si es tanto tu dolor y tu deseo de volver a mi cariño —arguyó el tuerto—, podés llegar a ser mi amigo muy sencillamente. Nada más que con un pequeño sacrificio.
—¿Cuál?
—Dejando que yo te saque un ojo a vos. ¿Querés? A cambio de un ojo, ¡una insignificancia!, reconquistás a un hermano.
El otro no aceptó.
Álvaro Yunque, Leer X leer, Editorial Universitaria de Buenos Aires
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