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Ejemplo II - Don Juan Manuel

Cuento de Don Juan Manuel

De lo que sucedió a un honrado campesino con su hijo

El honrado campesino y su hijo vivían cerca de una ciudad. Un día de mercado el padre pidió a su hijo que se encaminase a ella para adquirir algunas cosas que necesitaban y acordaron llevar una bestia para traerlas. Yendo al mercado, llevaban el animal descargado y ambos iban a pie. En tal momento, encontraron a unos caminantes que venían de la dicha ciudad. Cuando hubieron conversado brevemente, se separaron, y los hombres empezaron a dialogar diciendo que no les parecían de mucho tino el padre y su hijo, pues llevaban la bestia sin carga e iban a pie. El labrador, después de escuchar aquello, preguntó a su hijo cómo le parecía lo que afirmaban. Éste manifestó que era cierto y que no tenía sentido ir ellos a pie llevando la bestia descargada. Ordenó entonces el labrador a su hijo que subiese al animal.
Proseguido el camino, encontraron a otros viajeros, quienes, al alejarse de ellos, comenzaron a decir que era grave error el de aquel labrador ir él —ya viejo y agotado— a pie, mientras el mancebo, resistente a la fatiga, iba montado. Interrogó entonces el buen labrador a su hijo sobre aquella afirmación, y éste le respondió que era razonable. Entonces él ordenó a su hijo que descendiese para subir él en el animal.
Poco después se encontraron con otros, y éstos expresaron que era un error que fuese a pie el joven, de pocos años, nada resistente al cansancio, y el anciano, ya acostumbrado a los sufrimientos, sobre el animal. Ordenó, pues, el labrador a su hijo que trepase en la bestia para que así ninguno fuese a pie.
Caminando así, encontraron a otros viajeros, quienes empezaron a decir que el animal era flaquísimo: apenas podía recorrer el camino, de modo que cometían gran yerro en ir ambos sobre él. Preguntó el labrador a su hijo qué le parecía la afirmación y él le respondió que verdad, por lo que el padre dijo lo siguiente:
—Esto te ha de servir de experiencia para lo acaezca en tu patrimonio: sé cierto de que nunca harás cosa que todos aprueben, pues si fuere buena, los malos y quienes no reciben provecho de ella, no la alabarán; y si fuere mala, los que se satisfacen con el bien no podrán aceptarte como bien el daño que cometas. Por ello, si quieres hacer lo más elevado y de mayor beneficio, trata de realizar lo mejor y lo que comprendas te sea de más honra; no tratándose de algo malo, no dejes de cometerlo por temor al qué dirán, pues es cierto que la gente tiene costumbre de hablar antojadizamente y no analiza lo que es para su mayor beneficio.

De El Conde Lucanor, Ed. Club Internacional del Libro

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