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Ejemplo V - Don Juan Manuel

Fábula de Don Juan Manuel

 

De lo que sucedió a una zorra con un cuervo que llevaba un pedazo de queso en el pico

En una oportunidad, un cuervo encontró un gran trozo de queso y subió a un árbol para poderlo comer a su antojo, sin recelo ni preocupación. Cuando allí estaba, pasó por abajo la zorra y al ver el queso que tenía el cuervo empezó a tramar la manera de arrebatárselo, por lo cual comenzó a hablarle de este modo:
—Don Cuervo: hace largo tiempo que oí hablar de vuestra nobleza y hermosura y aunque os he buscado mucho, no quisieron Dios ni mi suerte que os encontrase hasta ahora, que os veo y comprendo que en vos hay mucha más belleza de la que me ponderaban. Para que veáis que no os lo digo por lisonja, así como os mostraré las excelencias que en vos encuentre, así también os señalaré aquello en que la gente considera que no sois tan apuesto. Todos consideran que el color de vuestras plumas, de vuestros ojos, del pico, las patas y las uñas es negro, y porque lo negro no es tan bello como lo de otro color, siendo vos así, piensan que constituye mengua de vuestra hermosura, y no se dan cuenta de que se equivocan mucho. Pues aunque vuestras plumas son negras, ese color es tan brillante e intenso, que da reflejos azules, como el plumaje del pavo real, la más hermosa ave del mundo. Y aunque vuestros ojos son negros, en cuanto a ojos, son mucho más hermosos que otros ningunos, pues la propiedad del ojo no es sino ver, y como todo lo negro conforta la visión, las mejores pupilas son las de ese color, por lo que se loan las de la gacela, más oscuras que la de ningún otro animal. Además, vuestro pico y garras son más poderosos que los de ninguna otra ave de vuestro tamaño. Igualmente, sois tan ligera en el vuelo que nada os daña ir contra el viento, por fuerte que sea, lo que otras aves no pueden hacer con la facilidad que vos. Por ello considero que, pues Dios todo lo hace con razón, no habría consentido que, siendo vos tan perfecto, hubieseis tenido la deficiencia de no cantar mejor que otras aves. Y ya que Dios me hizo tanta merced de veros y sé que reside en vos mucha más belleza de cuanto oí loar de vos, si pudiese escuchar vuestro canto me consideraría eternamente bienaventurada.
Desde que el cuervo vio cuánto le alababa la zorra, y cómo le decía verdad, creyó que era sincera en todo lo demás, y la creyó su amiga, sin sospechar que lo hacía por arrebatarle el queso que tenía en el pico. Por las buenas razones que le había escuchado como por los halagos y ruegos que le hacía la zorra para que cantase, abrió el pico para satisfacerla. Y cuando empezó a cantar, cayó el queso en la tierra, tomólo la zorra y huyó con él; así quedó engañado el cuervo por la vulpeja, creyendo que en él había más belleza y perfección que en la realidad.

Entendiendo don Juan que este apólogo era excelente, ordenó incluirlo en el presente libro y agregó los versos que contienen, abreviado, su sentido moral:

El que te alaba con lo que no tienes,
llevarse lo tuyo sin duda quiere

De El Conde Lucanor, Ed. Club Internacional del Libro

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