Para nuestro horror, el vecino cual teníamos pensado por décadas que era el más sano y trabajador, siempre pensamos, el más contento de todos nuestros vecinos se había convertido en un homicida. El hombre, un capataz en una fundición de zinc en Vorchdorf, quien salía de casa a las seis para pasar el anochecer con su esposa y su dos niños y del quien incluso el departamento bomberos, al cual, dentro de lo normal, él ha pertenecido desde que tenía diez, habló sólo en términos de elogios, así como el párroco, que a menudo lo había convencido de arreglar la iglesia, libre de cargos por supuesto, supuestamente asesinó a una mesmerista que vivía cerca de Vorchdorf y era ampliamente conocida y querida, porque, cuando él irrumpió dentro de su casa en la calle central en la cual él supuso que encontraría el dinero que la mesmerista y sanadora había obtenido de sus clientela en horas extras y escondido lejos, ella lo sorprendió en el acto. Nuestro vecino le contó a la policía que él quería complementar su ingreso porque la fundición de zinc le pagaba muy poco.
0 comentarios:
Publicar un comentario